De mayor quiero ser Psicóloga

“Hace mucho tiempo que lo necesitaba, llevo años pensando en buscar ayuda, tenía que haber venido antes…” Son frases que se escuchan con cierta frecuencia en la consulta.

Y entonces… ¿Por qué no lo hiciste? Suelen ser siempre los mismos motivos, existen muchos fantasmas en torno a la figura del psicólogo.

Yo, que he crecido con unos padres que apostaron por esta profesión, recuerdo que de niña me intrigaba profundamente lo que sucedía entre esas cuatro paredes. ¿Qué personas atravesaban esa puerta? ¿Para qué servía ese misterioso diván? Y lo más preocupante de todo… ¿Podrían adivinar mis padres mis pensamientos con sólo mirarme?

Más allá de tanta incógnita, lo que sí sabía es que ellos adoraban su profesión. Porque desde luego para dedicarte a este trabajo tienen que apasionarte las personas. Tendrás que escuchar, implicarte, no perder la motivación a pesar de las caídas, creer en la gente. Pero cuando ves el potencial que tienen para cambiar su vida y observas como dan pasos para lograr su felicidad…no hay satisfacción comparable a esa, y eso es lo que me impulsó a ser Psicóloga.

A veces nos enfrentamos a situaciones en las que nos vemos desbordados y a circunstancias para las que nadie nos había preparado y sentimos que necesitamos la orientación de alguien que pueda poner un poco de orden y guiarnos en los pasos a seguir. ¿Cuáles son las barreras que nos impiden en esos momentos buscar ayuda?

Primera barrera, la famosa: “Todos los que van al psicólogo están locos”.

Esto realmente tiene tanto sentido como pensar que todos los que acuden al oculista estan ciegos o que a todos los que visitan al dentista les faltan los dientes.  Cada vez más personas vienen a la consulta para, por ejemplo, ayudar a sus hijos a desarrollar su potencial, afrontar un mal momento, aprender una habilidad útil para su vida o comunicarse mejor con su pareja. Esto les hace más felices y equilibrados. Por otro lado, existe una serie de dificultades que no entran en lo que considerariamos socialmente como ‘locura’. Todos conocemos a alguien con miedo a hablar en público o inseguridades. ¿O no? El objetivo es que las personas aprendan significativamente herramientas que le permitan una mejor adaptación a su entorno.

Segunda barrera: “El psicólogo simplemente te hará hablar sin parar”.

Hay gente que piensa que en cuanto entras en la consulta vas a tumbarte en el diván y hablarás sin parar como un monologuista… ¡Realmente no creo que yo pudiese sobrevivir ocho horas diarias a eso! Si, efectivamente tengo un diván. Es muy cómodo a la hora de practicar ejercicios de relajación o entrenamiento en imaginación pero la mayoría de las citas las pasamos sentados en nuestros sillones y si es posible con un buen café de por medio. El hecho de ser escuchados y hablar sobre nuestros problemas y dificultades puede provocar una sensación de alivio. Sin embargo, hablar de los problemas, no hace que éstos se resuelvan por sí mismos. La terapia psicológica no es un proceso pasivo, sino que requiere una implicación activa de ambos en la búsqueda y puesta en marcha de soluciones.

Tercera barrera: “Ir al psicólogo significa que soy débil”.

Cuando una situacion nos desborda, ir al psicólogo podría considerarse más un acto de responsabilidad que una señal de “debilidad”. En contra de lo que algunas personas piensan, hay que ser muy fuerte para pedir ayuda. La mayoría de nuestro aprendizaje se produce observando e imitando a otros así que contar con la opinión de alguién con experiencia en situaciones similares a la que estás viviendo, puede aportarte ideas para resolver tus dificultades o solucionarlas más rápidamente.

Cuarta barrera. “El tiempo todo lo cura”

Es verdad que muchas veces el paso del tiempo nos ayuda a ver las cosas desde otra perspectiva, pero el tiempo por sí mismo, no tiene propiedades terapéuticas. Existen casos en que el paso del tiempo puede ayudar a serenar nuestras emociones, pero en otros casos, el paso del tiempo puede contribuir a cronificar un problema que podría haberse solucionado de haberse intervenido a tiempo sobre él

Quinta barrera: “Las personas no pueden cambiar”

Cierto es que todos presentamos una carga genética y biológica preestablecida, pero la otra parte es ambiental. Esta última es cambiante. ¿Quién no alguna vez ha cambiado de opinión sobre un tema o una persona? De igual manera podemos modificar parte de nuestra conducta o pensamiento si estamos motivados para ello.

Plantéate que a veces lo más útil es desaprender lo aprendido. Resetear la mente. Eliminar los prejuicios y replantearse las cosas para cambiar de manera voluntaria.

“He encontrado el significado de mi vida al ayudar a los demás a encontrar en sus vidas un significado”. Viktor E Frankl

carmela

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