“Querida Autoestima:

Llevo tiempo deseando escribirte y explicarte lo importante que eres para mí. He estado reflexionando y he logrado comprender por qué en algún momento de mi vida decidiste desaparecer.

Entiendo que te cansases de mi culpabilidad y constante miedo a equivocarme. Esa inmensa autoexigencia que me llevaba a hundirme cuando las cosas no las hacía perfectas.

Lamento todas aquellas ocasiones en las que te descuidé y no supe darte el lugar que merecías. No comprendía que eres imprescindible para mi desarrollo y equilibrio emocional.

Recuerdo por ejemplo mis constantes comparaciones con los demás, siempre desaprobándome y sintiéndome inferior…y el error de haber dejado mis decisiones en sus manos cuando creía que, si no me apoyaban,necesariamente yo estaba haciendo algo mal. Siempre tratando de cumplir sus expectativas.

Perdóname también por no poner límites a aquellas personas que no me ayudaban a crecer, y permitir las críticas destructivas, desvalorizaciones y reproches. Por no saber decir NO

Ha sido un proceso complicado, pero desde el día que me propuse recuperarte, poco a poco he aprendido a reconocerme y buscar mis aspectos positivos dándome cuenta de las cualidades que me hacen único.

Reconozco mis éxitos y celebro cada pequeño paso que doy acercándome a mis objetivos. Me atrevo a decir lo que pienso y eso aumenta mi seguridad.

De un tiempo a esta parte no me conformo con relaciones mediocres, sé elegir bien mis compañías y busco gente que me sume, no que me reste energía.

 También he desarrollado mis habilidades con lo que me siento más confiado, me dedico tiempo a mí y a lo que me llena. Ya era hora de cuidarme!

Por último, quiero prometerte que estaré atento por si en algún momento te empiezas a alejar y pondré remedio rápidamente para conservarte.

Gracias”.