Cuida el tono
No nos damos cuenta del impacto que tienen las “formas” que utilizamos a la hora de comunicarnos con los demás. Dos personas pueden estar totalmente de acuerdo en los puntos de vista de una discusión y, sin embargo sólo sentir la diferencia por no cuidar cómo se comunican. Porque, muchas veces, el problema no es el qué: es el cómo.
El 10% de los conflictos se deben a una diferencia de opinión; el 90%, a un tono de voz equivocado. Mirad si es importante, que hasta en una de las formas de comunicación más actual como son los mensajes de texto del móvil empleamos diversas estrategias como los emoticonos, espacios, símbolos y el uso de mayúsculas para poder dotar de expresividad al contenido.
Si empleas argumentos razonables y razonados, pero usas un tono agresivo, amenazante, irónico o con una entonación asociada con sentimientos negativos, tu interlocutor se fijará más en eso que en el contenido de tu mensaje. En una relación con alguien cercano, donde los elementos emocionales tienen aún más peso, es especialmente importante cuidar el tono si no quieres entrar en un conflicto.
Uno de los problemas de la agresividad verbal es que, al igual que la agresividad física, se contagia. Cuando una de las partes implicadas eleva la voz es muy probable que el otro responda de la misma manera.
Las consecuencias de relacionarnos con personas que utilizan una comunicación agresiva son importantes: Genera grandes conflictos y aumenta los niveles de tensión y estrés afectando directamente a la salud.
Las personas que son agresivas en la comunicación deberían desarrollar y trabajar su asertividad, una habilidad que implica expresar las propias necesidades y derechos pero teniendo en cuenta el respeto hacia las necesidades y derechos de los demás. Esto da lugar no solo a relaciones más sanas, sino también una vida más satisfactoria. ¿Cómo podemos desarrollar nuestra comunicación asertiva?
1º- Trata de no ser absolutista
Curiosamente, en cuanto hay una discusión, uno de los reflejos más habituales es hablar en términos absolutos. Usamos “siempre” y “nunca” donde no proceden, para exagerar el comportamiento del otro. Esa exageración, por mucho que nos guste es mentira, y provoca una reacción de rechazo en el otro. Si tienes algo que decir, matiza. En lugar de proclamar “siempre me toca a mí”, puedes decir “la mayoría de las veces me toca hacerlo”. El matiz es muy importante. Tu interlocutor aceptará más fácil tus argumentos si son moderados, no si son absolutos.
2º- Intenta no llevarlo a lo personal
Funciona en ambos sentidos. Significa que no te tomes personal las cosas que te dicen cuando no lo son, y que tampoco hagas ataques personales. Puedes criticar los actos o los motivos de la otra persona, pero no puedes criticar a esa persona como tal.
Quizás con un ejemplo se vea más claro. Decir que una persona ha hecho una tontería no es lo mismo que decir que una persona es tonta, y sin embargo muchas personas confunden lo uno con lo otro, sea cuando lo tienen que decir o cuando lo tienen que escuchar.
3º- Procura no dar órdenes
Otra forma de comunicación equivocada es tender a dar órdenes a la otra persona, en lugar de sugerir o proponer. De nuevo, la reacción es muchas veces de rechazo, porque el otro, justificadamente, entiende que no tiene elección, y se siente obligado.
Para evitarlo, sustituye los “tienes que”, “deberías”, “haz” por formas más delicadas de sugerir como “¿me ayudarías con?” “¿te puedo pedir que?“, etc. Recuerda que la otra persona siempre tiene derecho a decir no. Se trata de un acuerdo, no una obligación
Evitar la agresividad en las relaciones nos ayuda sentirnos mejor con los demás y con nosotros mismos. Pero, ¿Qué pasa si el agresivo es el otro? Intentar no responder con agresividad es el primer paso, pedirle de forma asertiva que modere el tono para hablar de forma civilizada es el segundo y si esto no funciona el tercer paso es privarle de nuestra atención mientras se comporte así.
Los que se enzarzan en una competencia de agresividad pierden su razón y, lo que es más evidente, su fuerza. El que está seguro de algo no tiene que levantar la voz ni exaltarse.- Julián Marías