¡Despierta!
Para muchos de nosotros, estas fechas suponen el momento de la temida vuelta al trabajo, de retomar las obligaciones, rutinas y horarios que hemos abandonado con gusto durante el verano y también, por qué no, de iniciar nuevas actividades. Y prácticamente todos, en mayor o menor medida nos vemos afectados por la pereza.
Cuando alguien viene a la consulta con un estado de apatía o tristeza, una vez analizados los motivos, hacemos un ejercicio que consiste en revisar cómo están las áreas importantes de su vida y la mayoría de veces uno de los puntos que más influye en mantener esa sensación de “vacío” suele ser la falta de actividad. La persona no consigue movilizarse o motivarse para realizar ninguna actividad por gratificante que sea.
Es muy importante detectar esta situación y cambiarla poco a poco, porque cuanto más nos metemos en el círculo y más tiempo permanecemos pasivos, más difícil será salir de él. Es esa conocida sensación de que cuantas menos actividades realizo… menos actividades me apetece hacer.
Para romper el círculo vicioso hay que acabar con el aplazamiento y la inactividad y para eso solo es necesario comenzar con pequeños pasos.
No es necesario que nos entusiasmemos desde el primer momento con lo que hacemos. ¡Ojalá fuera tan sencillo! Pero a veces hay que forzarnos a probar un bocado para que se nos abra el apetito. Por tanto no te asustes si al iniciar una actividad te da la sensación de estar haciendo los deberes. Verás cómo con estas superaciones diarias crece tu autoestima y, con ella, la confianza en ti mismo.
Empieza por reforzar tu constancia. Muchos estudios afirman que se necesitan 21 días para adquirir un nuevo hábito. Siempre será más fácil cumplir un objetivo si lo planteamos a corto plazo (voy a hacer ejercicio durante tres semanas) y lo vamos alargando conforme lo incluyamos en nuestras rutinas y deje de ser un esfuerzo y para convertirse en un disfrute.
Además, es básico lograr vencer las tentaciones (¿y si me quedo una vez más tumbado en el sofá?), es lo que llamamos fuerza de voluntad. Normalmente estas tentaciones que nos alejan del objetivo nos hacen sentir de maravilla en el momento en que caemos, pero más tarde el sentimiento de inutilidad al fallarnos a nosotros mismos es mucho más fuerte que el placer que habíamos obtenido. Piensa siempre… ¿Cómo me sentiré después?
Nadie nace con fuerza de voluntad. Quien la tiene la ha entrenado y desarrollado para poder conseguir sus objetivos, así que recuerda que tú, si quieres, también puedes.
“Hay una fuerza motora más poderosa que el vapor, la electricidad o la energía atómica: la fuerza de voluntad” Albert Einstein.