Disfrutar el camino

Estos días he tenido varios reencuentros en la consulta con personas a las que no veía desde antes de sus vacaciones. Me han contado cómo han vivido el verano, las diferentes reflexiones y cambios que han hecho en su día a día… pero en concreto me ha impactado especialmente el relato de una de ellas que decidió aprovechar para recorrer el Camino de Santiago en su proceso de encontrar su equilibrio, una experiencia mágica y enriquecedora.

“Lo importante era no detenerme. Cada día tenía la oportunidad de superarme y conseguí entender que por más lejos que pareciese que se encontraba la meta, siempre estaba avanzando. En el camino se presentaron cosas que me complicaron el paso, pero si los reconocía como una parte de la vida y que tenían el propósito de crear la resistencia para hacer un esfuerzo mayor y llegar a mi objetivo, entonces empezaba a relajarme y a deleitarme con el paisaje, porque poco a poco me iba acercando. El camino es largo, mucho más de lo que esperas… y si no aprendes a valorar cada paso lo más probable es que acabes odiándolo antes de haber llegado al final”

Pienso que en todas las facetas de nuestra vida ocurre algo parecido. Cuando aprendes a disfrutar lo que haces, cuando te diviertes con cada paso que das, la noción de esfuerzo y lucha desaparece, porque todo lo que haces se convierte en tu hobby, cuando haces algo que te gusta, la palabra trabajo no existe.

Siendo la superación personal un viaje constante, es mejor aprender a gozar ese camino. Contempla sus paisajes, porque pasarás mucho tiempo recorriéndolos.

A menudo nos centramos tanto en el objetivo, que olvidamos disfrutar de lo que nos aporta la ruta; de todas sus vivencias y experiencias, de vivirlas como una aventura llena de retos y posibilidades.

Nos pasamos la vida esperando al próximo objetivo, a subir el siguiente escalón. Siempre estamos con la vista puesta en el mañana…. Y esta forma de pensar nos hace esencialmente infelices, porque en lugar de valorar el presente y gozar de lo que tenemos ponemos nuestra mirada en el futuro y en lo que nos falta.

Por tanto, lo importante es que mientras seguimos el camino hacia nuestros sueños, también debemos aprender a valorar lo que tenemos, aquí y ahora. No se trata de una contradicción, sino de evitar vivir con frustración, a la espera permanente de que los objetivos se hagan realidad.

No dejes que la promesa del futuro te arrebate la felicidad de la que puedes disfrutar ahora mismo

“La felicidad es un camino, no un destino”

carmela

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