Efectos psicológicos del calor
Estamos atravesando la tercera (¿o ya es la cuarta?) ola de calor de este verano. El tiempo parece que no nos quiere dar una tregua y salvo algunos privilegiados, el resto de los mortales además de los visibles efectos físicos que se producen en nuestro cuerpo también sufrimos una serie de cambios psicológicos derivados de las altas temperaturas.
Es cierto que el calor nos transmite energía y positivismo, pero siempre que sea de manera moderada. Una vez que cruzamos ciertos niveles y sobre todo si se sostiene durante varios días tal y como está ocurriendo, su impacto es perjudicial y se extiende a cuerpo y mente, creando un estado negativo generalizado. El calor extremo se vive como una situación estresante que nos produce aturdimiento, irritabilidad y confusión.
La temperatura y la luz tienen una influencia muy importante en nuestra mente. Se podría decir que el calor excesivo es un detonante para la ansiedad igual que la falta de luz para la depresión.
En junio, cuando llegan las primeras subidas del termómetro, siempre hay un repunte de los casos de angustia, igual que en otoño es más frecuente un aumento de las depresiones. No quiere decir que el calor o la falta de luz sean la causa de estos problemas, pero sí son un motivo desencadenante.
Cuando hace un calor excesivo, el cerebro está hiperactivado para controlar el metabolismo y buscar su “confort climático” (entre 21° y 25°) y esa aceleración te lleva a un estado de estrés psicológico. Entonces aparecen unos síntomas inconfundibles, que son la sensación de nerviosismo, cansancio e irritabilidad. A esto también se suma que al haber un primer golpe de calor dormimos peor. Al final estás más nervioso, das vueltas en la cama y todo junto es lo que desemboca en unos síntomas muy parecidos a lo que denominaríamos un cuadro de ansiedad.
Con la ola de calor nos sentimos más apáticos y desganados. Tenemos una sensación de cansancio generalizado y a veces interpretamos esto cómo si tuviéramos un vacío enorme y nada nos llenase. ¡Ey, mantén la calma! Normalmente se trata de algo transitorio y aunque es cierto que emprender cualquier actividad con este sofoco puede resultarnos “un mundo”, si tratamos de conseguir motivarnos y elegir las condiciones más agradables posibles para realizarla seguro que poco a poco vamos recobrando las ganas de activarnos
Estos días se sintoniza peor con los demás y curiosamente es una época propicia para la ruptura de pareja y el enfado con los amigos, debido a la irritabilidad. Hay que intentar ser reflexivos y no tomar decisiones precipitadas. Cuando algo nos moleste tengamos paciencia, dejemos pasar un poco de tiempo y tratemos de distraernos para “enfriar la mente” y ver la situación de forma objetiva para no actuar de forma impulsiva y a menudo destructiva.
Es importante no focalizar nuestra atención en el calor que sentimos, pues subjetivamente puede parecer que tenemos más calor del que hace si no hacemos más que pensar en ello. Intenta estimular la actitud positiva y trata de relajarte mediante ejercicios de respiración profunda.
Vamos a tratar de disfrutar estos días de la mejor manera posible… ¡Que en unos meses los echaremos de menos!