Los cambios

Todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos encontrado con problemas y situaciones que suponían un cambio. Los seres humanos no manejamos bien la incertidumbre ni el “no saber qué va a pasar” por lo que nuestra primera reacción suele ser resistirnos a ellos o tratar de aplazarlos, ya que nos atemoriza tener que abandonar nuestra zona de confort y lanzarnos a la aventura de una situación completamente nueva.

Nuestro nivel de felicidad está claramente relacionado con la capacidad de adaptarnos a las nuevas condiciones y circunstancias, negarse al cambio nos desgastará inútilmente. Dar la espalda a los problemas, es mirar hacia otro lado como si así fueran a desaparecer, pero en la mayoría de las ocasiones, las dificultades no se resuelven solas, por lo que es mejor esforzarse por abordarlas uno mismo.

Empieza por identificar cuál es tu principal miedo. Muchas veces posponemos una y otra vez el tomar una decisión porque no nos sentimos seguros pero se trata de una sensación muy difusa y, si nos preguntasen a qué le tememos, probablemente no sabríamos especificar la causa de ese temor. Por tanto, el primer paso consiste en determinar qué nos impide avanzar, cuál es la peor pesadilla.

Luego evalúa si es un miedo real o irracional.  Pregúntate si es fruto de tu imaginación, de la educación que has recibido o si se trata de algo real. Si es un temor real, evalúa cuánto daño te puede hacer. Te sorprenderás al descubrir que la mayoría de los obstáculos que nos planteamos están solo en nuestra mente, en las limitaciones que otros nos han transmitido.

Cuando tenemos miedo lo más normal es que nos enfoquemos en los aspectos negativos y dejamos de lado los beneficios que lograremos con el cambio. Para motivarte a actuar, una excelente estrategia es recordar las ventajas que alcanzarás con esa transformación.

En ocasiones el miedo es real porque tienes mucho que perder. En esos casos, es conveniente que hagas un inventario de los recursos con los que cuentas para hacerle frente al cambio. No me refiero únicamente a los recursos económicos sino a tus habilidades y capacidades así como a las de las personas que te pueden ayudar. Tener claro los recursos que tienes a tu disposición te dará fuerzas y te animará a dar el primer paso, que normalmente es el más difícil.

Sé flexible. No gastes tu energía luchando contra los cambios, ya que no los puedes evitar, en su lugar utiliza tu energía para que el cambio se realice de la mejor manera posible.

Busca apoyo en las personas que te rodean. Pedir ayuda para enfrentar un cambio no es una razón para avergonzarse, al contrario. Todos necesitamos apoyo en determinados momentos y tener la humildad de reconocerlo es fundamental. Recuerda que nadie ha llegado demasiado lejos sin el apoyo de otras personas.

 “Los grandes cambios siempre vienen acompañados de una fuerte sacudida. No es el fin del mundo, es el inicio de uno nuevo.”

carmela

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