¿Me quiero o no me quiero?
Ya está ahí, a la vuelta de la esquina. Se acerca el verano con todo lo que lo suele acompañar: reuniones con amigos, calor, playa, vacaciones… Estos meses que algunos están esperando impacientes todo el año se convierten para otros en una auténtica tortura debido a no poder prescindir de una ropa que nos expone a los demás y enseña cada vez más zonas de nuestra piel.
Es en esta época cuando percibo la mayor demanda de ayuda de gente que necesita reforzar su autoestima y superar sus complejos. La falta de confianza en su físico es algo que les acompaña todo el año, la mayoría la mantienen oculta o escondida de alguna manera pero ahora se ven obligados a destaparse, se comparan más con los otros cuerpos que ven y si no aprenden a quererse y aceptarse surgen los verdaderos síntomas de la falta de seguridad en uno mismo: tristeza, limitaciones, aislamiento, bloqueo, ansiedad…
Los complejos surgen de la valoración negativa que otorgamos a algún aspecto de nosotros mismos. Los vamos adquiriendo a lo largo de la vida, principalmente en la etapa de la adolescencia.
Durante esos complicados años vamos formando nuestra identidad y la prioridad que tenemos en nuestra vida es sentirnos aceptados por los demás. Si a esto le sumamos el exceso de competitividad actual, la influencia de los medios de comunicación, la falta de valores reales y la facilidad con la que personas con un determinado físico o unas determinadas habilidades pueden alcanzar el éxito (si lo entendemos como reconocimiento social o fama) se convierte en un perfecto caldo de cultivo para que algo natural se convierta en algo obsesivo.
Todos tenemos rasgos que no nos convencen. Sin embargo, centrarse en nuestras imperfecciones y obviar lo bello de nuestro cuerpo no nos conviene. ¿Por qué hemos de darle más importancia a lo negativo cuando podríamos hacerlo al revés?
Hay tres puntos clave para comenzar el camino de superar tus complejos:
1. Deja de compararte.
Las comparaciones con nuestro entorno o las personas que nos rodean nos pueden llevar no solamente a tener baja autoestima sino también a perder nuestra identidad. Siempre hay gente más exitosa que nosotros o más atractiva, o que le irá mejor, por esta razón es importante no vivir según la vida que otros poseen o compararnos con ellos. Debemos tener nuestra propia identidad y objetivos. Los complejos de inferioridad prosperan en las personas que quieren ser alguien que no son así que deja de mirarte en el otro.
2. Reconoce y resalta lo positivo que tienes.
Para superar un complejo tienes que aprender a quererte, valorarte tal y como eres, aceptándote con tus defectos y virtudes. Resalta tus puntos positivos, empieza por hacer una lista enumerando todas esas características buenas que posees y poténcialas. A menudo nos centramos demasiado en cambiar u ocultar nuestros complejos y se nos olvida resaltar las fortalezas que tenemos. Y cuestiónate si esos complejos son debidos a un defecto real o a una percepción subjetiva. Si piensas que eres demasiado alto, por ejemplo, debes plantearte…”¿Demasiado alto según quien?”.
3. Atenúa tus complejos.
Sin caer en el límite de la obsesión todos podemos cuidar nuestro estilo de vida para sentirnos más saludables. Si nos alimentamos bien, hacemos ejercicio, descansamos lo suficiente y nos cuidamos estaremos más a gusto con nosotros mismos en general y esa sensación de bienestar hará que el defecto que percibimos sea mucho menos importante.
No bases todo en las apariencias y alimenta la autoestima con pensamientos positivos, eso te llenara de fuerza y confianza. Quiérete por lo que eres, cuando hayas logrado esto, dejarán de hacerte falta las apariencias y te olvidarás de esos complejos que tanto daño te hacen y no te dejan ser feliz.
“Aprende a decir un me quiero antes que decir un te quiero.”
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