Pon orden en tu vida

“Como si hubiese pasado un tornado… “. Así me he encontrado a mí misma tras estos siete meses y la llegada de mi hijo a nuestras vidas. Podría decir que desde el día que cerré agotada la puerta de la consulta, con mi inmensa barriga, ha sido un emocionante e intenso período que se puede calificar de muchas maneras, excepto de “tiempo para el relax”

Aunque es cierto que en plena vorágine no había podido pararme a pensar o analizar la situación, notaba los efectos de las carencias físicas, mentales y emocionales que sufría al dedicar el 200% de mi energía a ese pequeñajo que había puesto patas arriba mi cómoda rutina.

Y es ahora cuando al fin toca detenerme y poner orden…

Esto nos puede ocurrir a todos en algun momento de nuestra vida. Nos vemos absorbidos por situaciones laborales, personales o familiares de “alta demanda” que hacen que voluntariamente o de forma inconsciente nos entreguemos a la causa hasta el punto de olvidarnos de todo lo demás, incluso de nosotros mismos. Esto, si sucede de forma puntual no conlleva mayor problema, pero si se mantiene de forma sostenida en el tiempo nos produce un desequilibrio que hace que no estemos bien y tengamos la sensación de sentirnos incompletos.

Los que me conocéis sabéis que cuando llega alguien a mi consulta, tras escuchar las circunstancias que le traen, siempre realizamos un chequeo de sus diferentes facetas. Se trata de una especie de “ITV” en la que revisamos donde está invirtiendo su tiempo y energía con el fin de equilibrar todas sus áreas cómo persona y que ninguna de ellas quede desatendida. Esto es algo que todos deberíamos hacer de vez en cuando, sólo que suele pasar que cuando al fin nos damos cuenta de que nuestra vida está sumida en el caos, el desorden puede ser tan grande que no sabemos por dónde empezar.

Aquí va el primer consejo. Siempre comienza revisando tu parte FÍSICA.

Conocemos la relación mente-cuerpo. Ambos se influyen mutuamente. Al igual que los problemas y preocupaciones pueden somatizarse en trastornos de salud, también si nos descuidamos físicamente podemos percibir sus efectos a modo de apatía, irritabilidad, falta de concentración, disminución de la creatividad, agotamiento, tristeza…y un largo etcétera.

Empieza por equilibrar tus horas de sueño. Subestimamos la importancia de dormir bien y es una necesidad fisiológica tan básica como beber agua o comer. Durante el día sufrimos un fuerte desgaste y precisamos descansar para entrar en ese estado de reposo que nuestro organismo aprovecha para regenerarse. Asienta tu reloj biológico tratando de acostarte y levantarte siempre a la misma hora. Restringe los excitantes al menos durante las 6 horas antes de acostarte. Evita las cenas pesadas. Tomate una infusión relajante antes de acostarte. Deja las conversaciones que puedan alterarte para otro momento del día… Consiguiendo un descanso adecuado estás mejorando tu sistema inmune, tu capacidad de decisión, tu organización, tu vida sexual… en definitiva tu estabilidad en general.

El segundo paso es controlar tu alimentación. Las prisas nos hacen comer mal y rápido, la ansiedad a menudo se traduce en atracones de comida poco saludable, la tristeza nos puede cerrar el estómago sufriendo períodos de ayuno… todo esto hay que evitarlo tratando de disciplinarnos y llevar una dieta equilibrada y variada. Para ello consume pequeñas porciones de alimentos sanos varias veces al día, incluye zumos, frutas, verduras, carnes y pescados… tu organismo necesita energía, no se la niegues. Aquí también voy a incluir el tratar de controlar ciertos hábitos perjudiciales que en caso de que los tengas, pueden dispararse en períodos de estrés, si eres fumador trata de bajar el número de cigarrillos, alcohol o el exceso de café. En cuanto consigas regular tu dieta sentirás los beneficios tanto física como mentalmente.

Una vez que hemos regulado el sueño y la comida tenemos que centrarnos en incluir algo de ejercicio físico en nuestra vida. No se trata invertir horas y horas haciendo deporte, a veces con un sencillo paseo al aire libre es suficiente para despejarnos y sentirnos mejor. El ser humano no es antropológicamente sedentario y precisa moverse para liberar tensiones. Escoge el ejercicio que mejor se adapte a tus necesidades y posibilidades. Hay personas que eligen un tipo de actividad de descarga física y emocional (correr, bailar, bicicleta) en cambio a otras les conviene otro tipo de actividades que les aporten control, relax y equilibrio (yoga, Pilates, paseos). Descubre cual es la tuya y ponla en práctica.

Por último, cuando hemos realizado los pasos anteriores es el momento de poner en su sitio nuestro entorno físico. Algo que mucha gente ignora es que el orden en nuestras cosas y objetos también influye en nuestro orden mental. Sin caer en la obsesión de que todo esté perfecto, encontrar tiempo para guardar, limpiar y ordenar nuestros elementos cotidianos nos puede aportar una sensación de control y estabilidad muy positiva.

Comienza poco a poco dando estos pequeños pasos hacia el equilibrio en tu vida. Una vez que asientes las bases físicas podrás seguir subiendo peldaños para sentirte mejor en el resto de tus facetas: mental, emocional y espiritual.

 

“El cuerpo y la mente son universos paralelos, todo lo que sucede en uno deja sus huellas en el otro.”  (Deepak Chopra)

 

carmela

3 Comentarios

    1. Muchas gracias Carmela! A ver si me lo aplico yo también

    1. Me encantan tus artículos. Soy de Albacete. Pasas consulta por Skype?

      1. Gracias por tu comentario. Sí, hay posibilidad de hacer las sesiones por Skype. Escríbeme y te comento. Un abrazo

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