Somos un equipo

En la mayoría de ocasiones, cuando acude una pareja a la consulta, me gusta dejarles libremente que hablen entre ellos y planteen su problema para poder percibir sus diferentes puntos de vista.

Suelen empezar de forma civilizada, respetando un orden y bastante tranquilos pero al cabo de pocos minutos se empieza a revelar la autentica dinámica de su comunicación y en este punto suelo sentirme como la espectadora de un durísimo partido de tenis. Les observo lanzándose mutuas acusaciones, sin permitirse escuchar al otro mientras preparan su próximo ataque, rivalizando para llevarse el mayor número de puntos.

Es difícil hacerles entender que deben dejar de competir por tener la razón y empezar a trabajar en equipo a fin de conseguir solucionar sus problemas.

Parece que dialogar es algo sencillo cuando se expresan sentimientos positivos sin embargo ¿Qué sucede cuando tenemos que enfrentarnos a algún conflicto? Muchas dificultades dentro de las relaciones se complican porque no puede hablarse tranquilamente de ellas y nos acostumbramos a arrastrarlas a lo largo del tiempo. Plantear correctamente un problema es la puerta de entrada para encontrar su solución.

Es muy importante recordar que el objetivo al comunicar un problema debe ser encontrar juntos la forma de arreglarlo y no culpar al otro o simplemente caer en la queja constante.

Otro pilar básico, pero que a menudo se nos olvida al entrar en una discusión, es centrarnos en hablar de un solo tema. Hay que intentar no mezclar asuntos, no pretender solucionarlo todo a la vez y siempre empezar por lo más sencillo para poder avanzar a partir de ahí.

Estas pautas nos sirven para comunicarnos en cualquier tipo de relación, ya sea personal, laboral, familiar… Acuérdate siempre de empezar la conversación de forma positiva. Si te acercas con actitud conciliadora difícilmente la otra persona se pondrá en guardia. Emplear un gesto cariñoso o un simple “¿Puedo consultarte un problema?” predisponen a una escucha relajada y atenta que facilitará la colaboración.

Sé específico, define claramente el problema, delimítalo. Decir “Me gustaría que el miércoles por la tarde recogieras tú a los niños” es mejor que decir “Me gustaría que te ocuparas más de los niños”. Ante una petición concreta la otra persona puede decir si o no, mientras que ante una petición inespecífica no sabrá lo que se espera de ella y se generara una situación incómoda por la falta de compresión. Siempre es mejor decir “¿Me explico?” en lugar de “¿Me entiendes?”.

No hables del pasado. Sacar a relucir los trapos sucios no suele traer nada provechoso y despierta rencores y malos sentimientos. El pasado solo debe sacarse a colación cuando ha sido bueno e intentamos volver a poner en marcha conductas positivas quizás algo olvidadas. Pero recuerda una vez más que el pasado no puede cambiarse y que hay que dirigir las energías al presente y al futuro.

Escuchar, tener empatía, comprometernos… A veces tendemos a querer cambiar algo en el otro y no admitir que es cada uno quien debe revisar ciertas actitudes. En el fondo lo más importante es compartir la responsabilidad de cualquier situación para poder iniciar el proceso de cambio.

No hay problema que no podamos resolver juntos, y muy pocos que podamos resolver por nosotros mismos”, Lyndon Johnson

carmela

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