La vida es cuestión de actitud

La forma en la que miramos la vida y nos enfrentamos a lo que nos depara, marca la diferencia entre felicidad o desdicha. Así cómo entre satisfacción o frustración. Porque a veces, lo que nos pasa, o al menos cómo lo percibimos, es una cuestión de actitud.

Todos sabemos que si cambiamos de actitud, podemos ver la vida de otra manera. Que un mismo hecho, incluso doloroso, puede verse de forma muy diferente por personas distintas. Que lo que para una cultura es síntoma de desgracia (por ejemplo, la muerte de un ser querido) para otra es una celebración (el paso a una nueva forma de vida, por ejemplo).

Pero una cosa es saberlo con la mente y otra muy distinta es aplicarlo a la vida real ya que siempre hay en nosotros una actitud predominante, al menos en una determinada etapa de nuestra vida. Es algo que no podemos evitar. Somos seres de costumbres: nos acostumbramos con gran facilidad a algo que nuestro cerebro ya ha aprendido.

Podríamos decir que en líneas generales hay tres estados mentales.

A) Actitud de Víctima

Ésta es por desgracia la actitud más común. Las víctimas se sienten impotentes. Quieren cambiar, claro, incluso saben que pueden hacerlo, tal vez alguna vez lo consiguieron, pero siempre tienen una excusa preparada. Se protegen, pues temen actuar, se quedan en su zona de confort y se conforman con lo que tienen, aunque en el fondo eso no les satisface. Y así es como nunca pasan a la acción, no avanzan, se quedan donde están. La queja es su arma de destrucción preferida.

 

B) Actitud de Optimista inconsciente

Un “hiper-optimista” es alguien que en apariencia es muy positivo, se ilusiona con facilidad, tiene aparentemente muchas ganas de cambiar y progresar… pero cuando llega el momento de la verdad, tampoco hace nada.

Se trata de personas que viven en el futuro, a diferencia de las víctimas, ancladas en el pasado. Su optimismo es excesivo y poco realista, y al final tampoco salen de su zona de confort ya que esperan resultados distintos, haciendo lo mismo.

C) Actitud Luchadora

Este último estado mental es el que realmente funciona si deseamos implementar mejoras y cambios en nuestra vida. Los guerreros sí avanzan, aunque sea a pasos pequeños, salen de su zona de confort y además ven en problemas oportunidades de crecimiento. En lugar de culpar a otros o ilusionarse sin más, pasan a la acción. Son los buscadores de soluciones, pues se hacen responsables de lo que les sucede, adueñándose de su problema.

Mientras las víctimas y los optimistas inconscientes necesitan de motivación para avanzar, los guerreros o luchadores tienen aparte de motivación un compromiso consigo mismos. La motivación puede aparecer y desaparecer, habrá días malos, nos pasa a todos. El compromiso, si es de verdad, prevalece, incluso en los momentos más difíciles.

Tú eliges cómo vas a vivir tus problemas y tu vida, desde qué actitud te vas a enfrentar a ellos.

Te invito a ver este video que de una manera divertida ilustra lo que te acabo de contar…

carmela

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