Respeto

Todos queremos que las personas con las que nos relacionamos nos reconozcan como iguales, nos valoren y acepten nuestras visiones y opiniones del mundo (digo acepten, que no quiere decir que las compartan).

Sin embargo no es fácil hacerse respetar. A  menudo las personas caen en dos actitudes totalmente opuestas que no van a ayudarles a conseguir su propósito: Se vuelven sumisas para evitar conflictos o por el contrario, agresivas a fin de lograr imponerse. En realidad, hay otras formas que sí son eficaces para que nos tengan en consideración.

La primera idea que hay que tener en cuenta es que para ser respetado, la primera persona que tiene que respetarte eres tú mismo. Esa autoestima, el cómo nos vemos y valoramos a nosotros mismos, es la primera pista que damos a las personas de nuestro entorno para saber si somos alguien merecedor de ser apreciado.

Por otro lado y como ya hemos comentado en algún artículo anterior, es básico practicar la asertividad. Te recuerdo que se trata de la capacidad de hacer valer tus derechos y opiniones sin ofender al resto. Un buen ejemplo de asertividad y que nos cuesta un gran esfuerzo llevar a cabo es ser capaz de decir NO cuando alguien te pide un favor, sin ofender, pero si ceder en tu decisión. Si vas transigiendo en este tipo de cosas los demás acabarán perdiéndote el respeto.

Igual de importante es conservar tu autenticidad. Vivimos en un mundo tan incomprensible, que todos y cada uno de nosotros necesitamos sentirnos similares y aceptados con nuestro grupo de iguales, pero a la vez queremos ser originales e irrepetibles. Y en el fondo, da absolutamente igual si eres la persona más común o la más atípica de este mundo. La única forma de hacerse respetar por tu entorno es ser tú mismo.

Puedes aprender a modelar y cambiar las cosas de ti mismo que no te gusten, pero no puedes ser feliz y valorado tratando de ser quien no eres (quizás funcione a corto plazo, pero largo plazo, conforme descubran tu falta de autenticidad, te irán perdiendo el respeto y el afecto).

Muy a menudo nos encontramos con personas que confunden el respeto con el miedo, pero el temor genera frustración, odio y venganza y todo eso no tiene nada que ver con valorar a alguien. Cuando tu “respeto” se basa en el miedo, lo haces por la capacidad que tiene esa persona de hacerte daño y cuando pierde ese poder pierde todo ese respeto.

Recuerda siempre que nadie puede herirte o faltarte al respeto a menos que lo permitas; nunca olvides que el valor que te den depende del lugar que tú mismo te des.

 

“Amarse a uno mismo es el comienzo de una aventura que dura toda la vida”- Oscar Wilde

carmela

2 Comentarios

    1. Buenísimo! Quisiera aprender a hacerme respetar, sobre todo en el trabajo. Gracias!

      1. Recuerda lo que vales, tú eres lo primero. Por ahí puedes comenzar. Gracias por tu comentario.
        Animo!

Deja un comentario

© Carmelaortuno.es 2014 - Diseñado por JordiGomis