Reparte tu esfuerzo

Hace una semana os hablaba de la importancia de sentar una buena base física para encontrarnos bien psicológicamente. Hoy vamos avanzar un paso más en la búsqueda de nuestro equilibrio, porque al final, eso es exactamente lo que tratamos de alcanzar: Repartir de forma más o menos homogénea nuestra energía vital en las diferentes facetas que nos completan.

Si sólo invertimos nuestro tiempo y esfuerzo en un área de nuestra vida nos arriesgamos a que, si ese pilar falla, no tengamos otros recursos en los que apoyarnos para seguir adelante.

Vamos a centrarnos ahora en nuestra parte mental, es decir en todo aquello que hace ocuparse a nuestro cerebro y la forma en que manejamos nuestra vida diaria. Aquí incluiremos el trabajo o estudios, el aprendizaje, las aficiones, la creatividad… pero tranquilos que no me olvido de las relaciones con las personas que nos rodean, esas merecen un capítulo aparte que trataremos cuando hablemos de nuestra salud emocional.

Como bien sabéis, el trabajo es para muchos una fuente de satisfacción, frustración, cansancio, realización personal, preocupaciones… Depende mucho de las características del empleo que desempeñamos (el ambiente, los compañeros, el ritmo, si nos motiva o no…) pero sobre todo de la manera en que lo vivimos.

Hay personas a las que, ya sea por estar muy implicados, por demostrar su valía o en ocasiones, por miedo e inseguridad, les cuesta poner límites permitiendo que su trabajo les absorba todo su tiempo y atención, ya no sólo dentro de la oficina, sino también y especialmente cuando salen de la misma. Sacrificar nuestra vida personal por el trabajo puede parecer un acto de responsabilidad con la empresa, pero en realidad es una irresponsabilidad contigo y con los tuyos.

Es normal que haya picos de carga que impliquen que dediquemos un esfuerzo extra pero hay que recordar que no sólo somos profesionales, también somos hijos, padres, amigos, parejas, personas a las que le gusta la música, viajar, el deporte o cuidar las plantas por ejemplo… somos mucho más que una carrera laboral y eso no debemos olvidarlo.

Revisa a menudo tus prioridades y protege todo lo que para ti es importante reservándole siempre un lugar fundamental en tu horario. Aprende a gestionar tu tiempo, delega si es necesario y no tengas miedo a decir “no” cuando toque.

La felicidad se compone de pequeños y fugaces instantes que no debes perderte. De vez en cuando reflexiona acerca de cuales son los recuerdos que más te enriquecerán dentro de unos años, cuando repases tu vida.

Por supuesto que hay que esforzarse dentro de las cinco, ocho, diez… o las horas que dure tu jornada laboral, pero también hay que saber en que momento cortar, ya que entre otras cosas esto también evitará que nos “quememos” y seamos más productivos.

Dentro del área mental también se engloban las aficiones, la creatividad y el aprendizaje. ¿Cuando fue la última vez que aprendiste algo sólo porque te apetecía? El ser humano es curioso por naturaleza y tiene la necesidad de adquirir conocimientos, de idear, de inventar, de crecer… Permítete desarrollar esa habilidad que siempre quisiste cultivar.

Detecta que actividades te hacen fluir, es decir, te involucran de tal manera que te hacen perder la noción del tiempo disfrutando de ellas y ponlas en práctica. Es una excelente manera de ampliar tu mundo, mejorar tu autoestima y recargar tu energía.

Tal y como comentaba al principio del articulo, se trata de una cuestión de equilibrio y de encajar todas nuestras facetas dándole a cada una el lugar que se merece. Esto es fundamental para lograr una buena salud mental.

“Somos el tiempo que dedicamos a nuestros sueños” -Paulo Neo

Me despido con una imagen de Mafalda que coincide bastante bien con la idea que os quiero transmitir.

Resultado de imagen de tiempo para cosas importantes

 

carmela

2 Comentarios

    1. Que importante es lo que dices, hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar! Gracias por escribir

      1. Gracias a ti por comentar.

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