Saber perdonar

En esta ocasión y una vez trabajadas la estabilidad física y mental, vamos a empezar a profundizar en nuestro equilibrio emocional. Se trata de un área muy amplia, y se podrían escribir cientos de artículos sobre el tema pero para comenzar, he decidido centrarme en el “dejar ir” ciertas emociones que nos lastran y entorpecen nuestra felicidad. Una de ellas, la más limitante es el rencor.

Cuando alguien te hace daño es como si te picase una serpiente. Las hay que tienen la boca grande y hacen heridas inmensas. Una vez que te ha dejado de morder, curar un dolor así puede ser largo y difícil; pero cualquier herida se cierra finalmente. El problema es mucho peor si la serpiente es venenosa y, que aunque se ha ido, te deja una ponzoña dentro que impide que la herida se cierre. Los venenos más comunes son el de la venganza, el del ojo por ojo y el de buscar justicia y reparación por encima de todo. El veneno puede estar actuando durante muchos años y, por eso, la llaga no se cierra, el dolor no cesa durante todo ese tiempo y tu vida pierde alegría, fuerza y energía.

Cada vez que piensas en la venganza, o la injusticia que te han hecho, la herida se abre y duele, porque rememoras el daño vivido y el recuerdo del sufrimiento te lleva a sentirlo de nuevo.

La ganancia del acto del perdón es mayor para quien perdona que para quién comete  la ofensa pues nos da la posibilidad de recuperar nuestra vida y continuar en paz, con la ventaja de que somos un poco más sabios que antes de haber perdonado.

A menudo nos cuesta perdonar porque tenemos la sensación de que eso significaría de alguna manera aprobar la conducta del otro, pero no es así. El perdón no conlleva justificar la ofensa que se ha recibido, ni minimizarla, no supone dejar de defender tus derechos, solamente se trata de no convertirlo en un desahogo emocional que implique que la búsqueda de la justicia se convierta en el centro de tu vida y que dificulte tu avance en otros de tus intereses, objetivos y valores. Es simplemente un acto de liberación personal del resentimiento que nos atormenta y nos hace infelices.

¿Cuáles son los pasos que hay que seguir para poder perdonar?

Lo primero es ser capaz de reconocer tus sentimientos y enfrentarlos de manera abierta. Saber cómo te sientes acerca de lo que pasó y ser capaz de detectar qué es lo que no te está permitiendo sentirte bien. También resulta efectivo para ayudar a sanar, compartir la historia y los sentimientos dolorosos con otras personas.

Tienes que comprometerte contigo mismo y hacer lo necesario para sentirte mejor.  El perdón es para el que perdona, para nadie más. No pierdas de vista que perdonar no significa necesariamente reconciliarte con la persona que provocó el daño. Lo importante es recuperar la paz.

Trata de obtener la perspectiva correcta de lo que está sucediendo. Reconoce que tu mayor dificultad proviene de los sentimientos heridos, pensamientos y malestar físico que estás sufriendo ahora, no por la ofensa que sufriste hace unos minutos o hace muchos años. El perdón ayuda a curar los sentimientos lastimados. Cuando sientas malestar por la experiencia dolorosa que viviste, intenta practicar alguna técnica de manejo del estrés para calmarte y reducir la respuesta de lucha.

Debemos aceptar que la vida no es justa. Renunciar a esperar cosas de otras personas, o de la vida misma. Reconocer que “a la gente buena” también le pasan cosas malas. Nuestra misión no es ajustar la balanza ni castigar a nadie, incluyéndonos a nosotros mismos, sino aprender a gozar de la vida, entablar relaciones sanas, ayudar a los demás y ser feliz.

Pon tu energía en buscar otra manera de conseguir tus metas positivas a través del aprendizaje que has adquirido gracias a la experiencia en la que saliste lastimado. En lugar de reproducir mentalmente el dolor, busca nuevas posibilidades de conseguir lo que deseas.

Recuerda que una vida bien vivida es la mejor venganza. En vez de centrarte en los sentimientos heridos, y en la persona que te causó el daño, aprende a buscar el amor, la belleza y bondad a tu alrededor.

“El perdón es una decisión, no un sentimiento, porque cuando perdonamos no sentimos más la ofensa, no sentimos más rencor. Perdona, que perdonando tendrás paz en tu alma y la tendrá el que te ofendió.” – Teresa de Calcuta.

carmela

3 Comentarios

    1. Muy buen articulo Carmela!!! La verdad que cuesta mucho perdonar a los que nos hacen daño, pero merece la pena estar tranquilo y con calma interior

    1. Yo perdono facilmente pero me cuesta olvidar y acabo pasandolo mal.

      1. Trata de no mirar hacia a atrás y anclarte. Busca nuevas metas y objetivos a los que dirigir tu energía. Gracias por comentar.

Deja un comentario

© Carmelaortuno.es 2014 - Diseñado por JordiGomis