Relajación: Los cinco sentidos

Atender a las demandas sociales, familiares, laborales y a los diversos imprevistos que la vida nos va poniendo por delante requiere que aceleremos nuestro ritmo de vida y entremos en una dinámica de rapidez constante que puede ser complicada de frenar.

Nuestra mente funciona a toda velocidad y es difícil detenerla. Igualmente nuestro cuerpo denota los síntomas de esa aceleración: taquicardia, respiración, problemas digestivos… Sabemos que debemos parar, pero aunque encontremos momentos de descanso, muchas veces la inercia que arrastramos es tan potente que nos resulta imposible desconectar. En estas ocasiones y en muchas otras, las técnicas de relajación suponen una herramienta fundamental para sosegarnos y alcanzar de nuevo la estabilidad física y emocional.

Cuando introduzco a alguien en la relajación siempre le explico que ésta comienza por los cinco sentidos, y esto es algo que podemos aplicar en nuestro ambiente cotidiano aunque no vayamos a hacer ninguna sesión de meditación o relajación. Simplemente cambiando ciertos elementos y estímulos de nuestro entorno podemos crear en ciertos momentos un clima de tranquilidad que nos alivie y contribuya a sosegarnos, por lo que vamos a repasar ligeramente alguno de ellos.

 

1. Comencemos por la vista. Por regla general las personas permanecemos activas durante el día y vamos ralentizando nuestras constantes vitales al llegar el atardecer y la noche. Esa es precisamente la tonalidad de la luz que buscamos para los momentos en que queremos practicar relajación o buscar un rato de sosiego en casa. Controlar la iluminación es fundamental para crear una atmósfera acogedora. Para favorecer la tranquilidad es ideal alumbrarnos con una luz tenue y cálida. Ya sea utilizando velas o alguna lámpara de sobremesa indirecta cuya pantalla tamice la luminiscencia.

 

2. No menos importante es el olfato. Los olores llegan directamente hasta el hipotálamo y al sistema límbico, por lo que el sentido del olfato y la conducta emocional están estrechamente relacionados. Sabiendo esto podemos utilizar los aromas para potenciar ciertos estados anímicos. Hay muchos olores que tienen un impacto positivo en nuestro organismo. El azahar nos relaja y nos proporciona calma en situaciones de tensión, como también hace la fragancia a lavanda o el sándalo. Uno de los mejores métodos para aportar un suave olor a nuestro espacio de relajación es diluir las esencias en un quemador de agua caliente, para que el vapor resultante de esta mezcla pueda ser absorbido por el aparato respiratorio. Otra manera es la aplicación tópica, utilizando aceites esenciales. También podemos usar incienso o velas aromáticas de acuerdo a las preferencias y necesidades de cada persona y situación.

 

3. Ocupémonos ahora del oído. El sonido está compuesto por ondas y cuando estamos expuestos a ciertos estímulos auditivos se producen en nosotros diversos efectos beneficiosos. Esto se ha sabido desde hace miles de años. Ya en tiempos de la antigua Grecia, Platón solía recetar música para aliviar situaciones de angustia, y decía que “el regalo de la música lo había recibido el hombre, no para danzar y bailar, sino para calmar el alma”. Si buscamos contribuir a nuestra relajación Sin duda, dos de las grandes herramientas que podemos utilizar para conseguirlo son la música y los sonidos de la naturaleza. Hoy día podemos encontrar muy fácilmente en la red música para relajarnos. Algunos de los audios más utilizados son los sonidos de la lluvia, las olas del mar, los riachuelos, el viento, el canto de los pájaros, el movimiento de las hojas de los árboles y entre las canciones destacan aquellas que tienen una melodía en tonalidad grave y repetitiva como la música tibetana o los mantras.

 

4. La importancia del tacto. Es fundamental para practicar la relajación que encontremos un sitio cómodo, ya sea tumbados o sentados y que utilicemos una ropa holgada que no nos oprima ni presione a fin de que podamos respirar con libertad y sentir los músculos distendidos. También muy importante es que la estancia tenga una temperatura adecuada ya que comprobareis que uno de los efectos más destacados cuando se entrena la relajación es el descenso en la temperatura corporal, con la consiguiente sensación de frio, por tanto es interesante que la estancia esté un poco más cálida de lo habitual.

 

5. Por último, el gusto.  Aunque existen medicamentos para tratar la ansiedad, es ampliamente conocido el uso de las propiedades de ciertas plantas para contribuir a rebajar la tensión y el nerviosismo. Asociarlas a ese momento de relax y consumirlas templadas o calientes ayuda a nuestro cuerpo a frenar y relajarse. Hay múltiples opciones pero las más utilizadas son las infusiones de pasiflora, melisa, valeriana, lavanda o tila.

La relajación en una técnica que se aprende con la práctica. No hay nada misterioso ni extraño, o que esté fuera de nuestro control. Cuanto más se practique, mejores resultados se obtendrán como en cualquier entrenamiento pero simplemente buscando en ciertos momentos crear una atmosfera que nos permita recargar las pilas estamos ayudando a nuestro bienestar físico y mental.

“Los problemas de la vida cotidiana no se resuelven con la mente ocupada si no con la mente relajada”

carmela

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